Una casa que huele a pan recién hecho y veranos eternos.
La Torre d’en Batlle no es una propiedad. Es una historia larga esperando nuevos protagonistas.
Construida en 1870, con más de 850 m² distribuidos en tres plantas, esta finca es perfecta para quienes no quieren una casa… quieren un lugar con alma.
Paredes que conservan el encanto del tiempo, 12 habitaciones, techos altos, una galería con vistas, salones amplios que invitan a reunir a familia o amigos… y fuera, una piscina recogida entre árboles y un terreno de más de 14.500 m² que huele a campo y silencio.
Está en suelo rústico, pero puede usarse como vivienda, alojamiento rural, centro educativo, artesanal o incluso gastronómico.
Todo a 5 minutos del pueblo y a media hora de la ciudad.
Ideal para familias grandes, artistas que necesitan espacio, soñadores con ideas o simplemente gente que no quiere vivir en un piso más con vistas al coche del vecino.
Aquí vienes a quedarte. Y a dejar huella.
Ref. V.368
