Algunos aspectos clave a considerar son la ubicación de la vivienda, la antigüedad y el estado de conservación, la distribución y el tamaño de los espacios, la existencia de jardín y aparcamiento, y la calidad de los materiales y acabados. También es importante valorar la conectividad de la zona, la cercanía a servicios y equipamientos, y la tranquilidad del entorno.